sábado, 30 de mayo de 2015

SOY LÁZARO

En Alcázar de San Juan a 29 de Mayo de 2015.

Estimado amigo Diego:

Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy María de la Vega, una chica sencilla que se conformaba con todo, muy tímida pero a la vez muy risueña, soy rubia y tengo unos grandes ojos verdes como los de mi madre y una nariz chata como la de mi padre. Mis padres no tenían nada y vivíamos de la caridad de la gente y de poco más. Siempre hemos vivimos en la ciudad de Segovia, al lado de la iglesia de San Cristóbal en una casa que tenía únicamente una habitación, la casa ni siquiera era nuestra.

 Una noche de invierno en la que nevaba sin parar, escuchamos una extraño ruido que venía de fuera, mi padre salió a ver qué pasaba, ya que no regresaba nos impacientamos mucho y a los 10 minutos escuchamos un disparo, mi madre me dijo que me quedara escondida debajo de la mesa, antes de que me diera tiempo a esconderme entraron tres hombres armados donde delante de mi mataron a mi madre. Yo no podía parar de llorar solamente tenía 14 años. Aquellos hombres me  cogieron en brazos por la fuerza y me llevaron en su carruaje lejos de mi ciudad, solamente llevaba conmigo mi vestido azul y mi muñeca de trapo llamada Isabel, qué me la había regalado mi madre cuando hice mi octavo cumpleaños. Cuando paramos me llevaron a una gran casa y me hicieron meterme por la puerta trasera para no hacer ningún y no despertar a nadie, llegamos a un gran salón donde después nos metimos en un largo pasillo rodeado de retratos de gente importante.

Al final del pasillo había una puerta de madera donde uno de los hombres llamó y una voz grave respondió –Entra, os estaba esperando.
El hombre que parecía ser el cabecilla del grupo entró y les dijo a los otros dos hombres que no me dejaran escapar, que en un momento yo tendría que entrar. Yo sin saber todavía que estaba pasando cogí fuertemente a mi muñeca y me pellizque para saber si era un sueño, me di cuenta de que no  entonces empecé a llorar desconsoladamente.  

Se abrió la puerta, y la voz grave que había escuchado unos momentos antes me dijo que pasara. Como no quería que me hiciesen nada entré y me quede de pie sin decir nada, el hombre de la voz grave me preguntó que como me llamaba, no le respondí. Así que el hombre que me había traído me pego una bofetada y me dijo que respondiese, medio llorando y balbuceando dije-Ma...Ma...María.


El hombre me dijo:-Bien María, yo soy Don Iñigo López y te explicaré porque estás aquí. Seguramente no me conozcas de nada pero yo conocí a tu padre. Él  y yo trabajamos juntos hace muchos años éramos caballeros del rey. Yo abandoné mi puesto porque estaba enamorado de una noble mujer que vivía al lado del castillo, la conocí nos enamoramos y nos casamos y nunca volví a saber de tu padre. Me llegaron noticias de él años después diciendo que se había lesionado y que ya no valía como caballero, lo poco que le quedaba se lo gastó en apuestas que siempre perdía. Él vivía en la miseria y tenía una bella mujer con la que esperaba tener una hija, tú.  
Yo había heredado un gran castillo y como fuimos amigos le di trabajo a tu madre y a tu padre, un día me encontré a mi mujer llorando y me dijo que me había engañado con tu padre. Rápidamente me fui a contarle lo sucedido a tu madre, ella no dijo nada supuse que lo sabía y los despedí. Hace unas noches vino una carta para mi mujer, era de tu padre quería volver a quedar con ella. Al día siguiente yo encontré la carta y por eso estas aquí querida María tú no te merecías el cariño de tu padres, por eso están muertos.

Yo respondí gritando: -¡Eso no es cierto! Mi padre nunca haría eso, él me quería y tú… ¡Tú lo has matado!
Intenté salir corriendo pero la puerta estaba cerrada, llore y me tiré al suelo como si fuera una niña pequeña no tenía a nadie, y me había dado cuenta de que había vivido toda mi vida en una gran mentira.

Don Iñigo me dijo que podía trabajar en su castillo como sirvienta o cocinando y que dispondría de un techo donde vivir y de comida para alimentarme. No me negué, esa noche dormí en una cama de paja abrazada a mi muñeca y pensando lo que había pasado, como había cambiado mi vida tan rápido en tan poco tiempo.

Pasaban las noches y los días y siempre era la misma rutina, hasta que conocí al hijo de Iñigo, se llamaba Alonso tenía 16 años y era el chico más guapo, atento y divertido que había conocido nunca, bueno no había conocido a muchos chicos la verdad. Nunca había hablado con él pero como soy muy patosa un día se me escurrió el cuenco que llevaba una sopa para Don Iñigo y su familia y el vino y me ayudo, nunca lo había visto tan de cerca como aquella vez. Su mano rozo con la mía y me enamore en cuanto lo vi. Desde ese día empezamos a vernos en secreto, me encantaban esos ojos azules brillantes que transmitían tanta confianza, de verdad le quería. Cuando Iñigo se enteró me despidió y me quede sola, sin nadie a querer y sin nada de comer. Alonso salió detrás de mi y los dos nos fuimos lejos de allí, no volví a saber nunca más de Don Iñigo pero eso me daba igual tenía a Alonso y estábamos juntos que era lo que me importaba.

Atentamente, María de la Vega.





4 comentarios:

  1. Marta,
    tu carta está bien pero has cuidado poco la ortografía. Hay muchas tildes desaparecidas.
    El ambiente que rodea a tu personaje está bien descrito, pero ¿es del siglo XXI)
    Podemos saber de ella un poco pero físicamente no la has descrito.
    Un saludo, Ana

    ResponderEliminar
  2. Buenas Ana mi historia esta contada en el siglo VIII en la época del Renacimiento, me alegro de que te haya gustado.
    Un saludo, Marta.

    ResponderEliminar
  3. Me ha gustado mucho tu historia, es muy creativa. El personaje del pícaro sale muy bien descrito físicamente y psiquicológicamente. Como bien dice Ana te falta poner algunas tildes, por lo demás todo genial, sigue así. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Laura, me alegro de que te haya gustado y que haya compartido tu opinión.Un beso.

      Eliminar